-¿Ya?
-Cuando quieras.
Respira hondo, se pasa la mano que aún le huele a cigarro por la frente para enjugarse el sudor, y mira al objetivo de la cámara tratando de meterse dentro.
Es una Canon EOS 7D.
Apenas lleva nada preparado para la prueba pero tiene bien claro de lo que va a hablar. Su actuación incluye caer a plomo de rodillas, apoyar desde ahí su cara contra el suelo como un santo padre al bajarse de un avión, tres sollozos y un largo y bien coreografiado berrinche.
Todo será en inglés. Sabe que titubeará bastante.
Ahora, viendo que la cámara inmóvil encuadra únicamente su rostro, comprende que se le limitan los recursos y que la prueba se centrará en su expresividad facial.
En la sala de reuniones de los estudios en Palm Springs, los ejecutivos de Universal se arremolinaban en torno a un Mac Book Air de trece pulgadas.
-What the Fuck?!- El productor ejecutivo escarbaba en un enorme cuenco de cristal tratando de coger un puñado de M&M´s.
-Who the hell is this guy?- El director de la Primera Unidad, con una mueca de rechazo, señalaba al portátil y miraba a uno de los productores.
Neil, uno de los productores, abría en exceso sus ojos -Ooooohh man!! Look at him!!
No le quedan respiraciones con las que coger carrerilla.
El aspirante a actor de reparto, minuciosamente afeitado y visiblemente nervioso, comienza con una confesión autodescalificatoria. Admite de buenas a primeras que nunca ha sido, o ha pretendido ser actor, y comienza su monólogo.
Es acerca de una ruptura.
Dolorosa.
Aún sangrante.
Hay una mudanza flotando en lágrimas, los restos estériles de un naufragio. Habla de arrancarle libros a las estanterías del mismo modo en que los ejércitos arrancan hijos a las madres, habla de las sombras que ocultan los cuadros que sólo se descubren al desnudar las paredes. Esas sombras, dice, son cajas fuertes donde aún debería quedar algo, pero nadie recuerda la combinación. Habla de una montaña rusa emocional y previsible, de la vampírica transformación de la madre de los hijos que ya no tendrá. Se pregunta si él también se ha transformado, y en qué. Habla de que el vacío está lleno de símbolos, de la decepción como mascota, de lo poco que abultan, apilados, los escombros de estos años, de que, desde hace días, todas las canciones mustias se refieren a él.
-Now! Here´s the highlight!- El director de la Primera Unidad había visto el vídeo nueve veces.
Los ejecutivos juntaban sus cabezas frente a la pantalla del Mac Book Air, mientras una chica con falda de tubo y blusa de seda se abría paso entre ellos con una bandeja repleta de Nesspresos.
Volcado en su confesión, consciente de que para los demás aspirantes esto es una oportunidad de demostrar sus dotes interpretativas, pero para él no es más que una terapia que ha encontrado a su paso, le dice a la 7D: “El amor es una estafa y yo un damnificado. Me cago en Shakespeare (Fuck Shakespeare), ¿Cuanto tiempo crees que habrían durado Romeo y Julieta juntos?, ¿Eh?, ¿Cuánto?”
Clic
Los ojos del aspirante caen de golpe para clavarse en el objetivo que ahora no graba. Caen también, de pronto, los años de convivencia rota, las veintidós cajas apiladas en un sótano, la sonrisa de ella cuando era una meta alcanzable. La misma sonrisa como suave y anhelada recompensa. Cae la cama desvencijándose ella sola.
-¿Y eso?
-¡Mierda!, ¡La memoria!!
En Palm Springs el productor miraba ensimismado la cara del aspirante, ignorando las burlas de la sala. Agarró la taza de su Decaffeinato Intenso mientras un -brilliant- se escapaba por entre sus dientes blanco siena. Devolvió el café a la mesa sin haberlo probado.
-Brilliant, isn´t it?- coreaba sumiso uno de los productores.
-Now!! Now!! Look at his face!!- jaleaba el director de la Primera Unidad sin levantar la vista de su Iphone 5, aleteando sus pulgares contra la pantalla táctil.
Unos ejecutivos palmeaban las espaldas de otros extendiendo la risa ya conocida por el gag. Echaron de nuevo el clip hacia atrás para verlo, esta vez en slow motion. El productor no alcanzaba a decir nada salvo got it, got it, got it.
-¿La memoria?
-¡Joder!, ¡sí tío!, la tarjeta de memoria, no sabes como lo siento. Creía que aún le quedaba suficiente.
El aspirante bebe agua con deportividad. En cualquier campeonato pierden todos menos uno.
-Ya está, Tengo otra, oye que lo siento, de verdad, ¿Por donde ibas?
-¡¿Por donde iba?! ¡¿Y yo qué coño sé?!- El desgaste sonroja al aspirante.
El cámara, tras la 7D, inserta la nueva tarjeta de memoria y pulsa ok a la última selección del menú.
-Ibas por que estabas fumando como una chimenea de la era industrial, que llorabas tres veces al día. O antes, o después de cada 600 miligramos de diazepam.
-Ah, sí, ¿Y ahora?, ¿Qué quieres?, ¿Que continúe?
-Si…bueno…la verdad es que creo que hay material de sobra. Has hablado al menos tres minutos de corrido….y, la tensión….. bueno, la tensión del momento….eso ya no lo recuperamos, ¡Culpa mía!, ¡Culpa mía totalmente!
-¿Qué tensión?
-Oye, si te parece lo dejamos aquí, hay material de sobra. Joder, lo siento muchísimo.
-Vale.
Si estuviera menos apisonado, el aspirante ya habría pedido una copia de la prueba. Igual hasta se lo enviaría a ella. El y su nueva ex, dejaron de entenderse hace tanto tiempo, que hasta ahora no han podido darse cuenta.
No.
Nunca se lo enviaría.
Si de verdad estuviera menos apisonado, si realmente hubiera pedido una copia, el aspirante chapotearía en el vídeo una y otra vez durante meses.
-Bueno, de todas formas, los de casting, con ver unos segundos suelen tener de sobra.
-Sí, ¿eh?
-Sí
-Entonces, ¿Por qué había que preparar un monólogo de tres minutos?
-¿Quieres un poco más de agua?
En la puerta del salón del hotel donde se lleva a cabo el casting, el cámara, antes de abrir para despedir al aspirante y recibir al siguiente, le mira por primera vez a los ojos descubriendo un iris jaspeado.
-Perdona por la pregunta, pero todo esto que has contado, ¿Es cierto, o era una interpretación?
-¿Cuando se sabrá algo del casting?
-El lunes llamarán a todo el mundo.
El aspirante piensa en esperanzas, en un papelito en la peli, en que dicen que las cosas pasan por algo, mientras el cámara piensa en docudramas, en pornorrealidad, en automedicación y en su propia soledad, esa gallina decapitada que corre sin dirección.
El Mac del productor enviaba la prueba de casting número 51 a la papelera de reciclaje. Inmediatamente después se convocaba al equipo de guionistas, para repartirles una nueva circular. El guión revisado debía estar el lunes por la mañana:
“Sam McLeaded, el héroe, a mitad de película sufrirá una ruptura inesperada que desembocará en mudanza. Lo pasará muy mal. Irá a un supermercado a por cajas vacías de cartón donde meter sus cosas. Se las negarán. Al salir observará como los esbirros del Doctor Terror entran por otra puerta encapuchados y armados con granadas y fusiles de asalto. Del maletero del coche, McLeaded sacará su lanzallamas y masacrará sin compasión a los malhechores, mientras el personal y la clientela se ponen a salvo ocultándose tras grandes arcones de congelados. Antes de que se extinga la llama del cañón, se encenderá con ella un cigarro”.
Al último punto, destacado por un asterisco, le seguía un paréntesis:
* (Pendiente de confirmar por el equipo legal, probablemente sea incorrecto. Creen que el héroe no debe fumar, por mucho que sufra).