Era bastante farragoso pero se ha ido simplificando y ahora es mucho más sencillo que darte de baja de Vodafone. Se trata de abandonar públicamente y de manera oficial una religión. Como si no hubiera expresado mi rechazo lo suficiente en cada sobremesa en la que se ha terciado desde que recuerdo. Estando en pleno 2023, hay un papa moderno que dice que ser gay no es delito pero sí pecado y el protocolo que sigue utilizando la iglesia ante las denuncias de abusos sexuales de sus miembros es cambiar a los sospechosos de destino proporcionándoles un nuevo coto de caza. Es por cosas como estas por las que se decide apostatar. No creo que haga falta echar espumarajos verdes por la boca ni bajar las escaleras haciendo el pino-puente para querer causar baja de la iglesia católica, que además, he hecho en pareja. Lo más raro que hemos hecho juntos ha sido quedar para hacer todo este papeleo. Apostatamos y nos fuimos a brindar en lugar de lo de San Valentín. Vamos, que ni hecho aposta.
Lo primero fue conseguir nuestra partida bautismal. En casa de mis padres no aparecía y en casa de la familia de mi pareja tampoco, hasta que cayó fortuitamente de entre las hojas de un libro al que había servido de marcapáginas. En nuestra vida anterior, tampoco lo habríamos llamado milagro.
Tuve que llamar al obispado porque en casa nadie recordaba el nombre de la parroquia. Pertenezco a ese tipo de familia que fue a misa por si acaso y, sobre todo, por el aperitivo de después en el bar frente a la iglesia. Mentí al teléfono sobre la razón por la que quería tener una copia de mi partida bautismal siguiendo el consejo de otros apostatas para evitar pegas y obstrucción burocrática. La mentira ya no iba a condenarme al infierno así que, le dije al párroco que nos casábamos. Me dio la enhorabuena y me preguntó por la fecha. Dije una al tún tún y me respondió: ¿estás seguro? Le dije que sí, que nos amábamos, pero él me replicó que era un poco extraño que nos casáramos un lunes mientras me pedía que no colgara. Me puso en espera y empezó a sonar Sympathy for de devil, que no es simpatía, es compasión, a cargo de un quinteto de cuerda y dos xilófonos. Cuando el párroco volvió a la línea para peguntarme si de verdad era para una boda, me recordó que debía ser preciso con la fecha ya que el certificado caducaba a los seis meses, cosa que no se comprende si el bautizo es de por vida.
Lo siguiente fue descargarnos un papel en internet dirigido al obispo en que se expone de manera general las razones de nuestra decisión: al nacer se nos capta por defecto y contra nuestra voluntad inscribiéndonos en esa estructura piramidal de la que ya no queremos formar parte. No queremos constar en un censo que ha servido para hacer líder de audiencia a esta organización que se va dando aires y recibe ayudas que pagamos entre todos. Paso. De todas formas, lo que se consigue, aparte de incordiar, es que figure en tu documento bautismal una nota a un lado diciendo que has solicitado que te borren de las listas. Que cumplan su parte y supriman tu nombre ya es más difícil de controlar.
Al fin y al cabo, es como amenazar a un teleoperador a la hora de la siesta diciéndole que estás en la lista Robinson. Lo que se reclama es, sobre todo, que tus datos se ajusten a la Ley Orgánica de Protección de Datos, aunque hay una sentencia del TS sobre el recurso de casación de 19 Sept. de 2008 de la Sala tercera Sección Sexta, que: “exime en estos momentos a la Iglesia Católica de las obligaciones derivadas del artículo 4.3 de la Ley Orgánica de Protección de datos de carácter personal 15/1999 de 13 de diciembre”. Vamos, que no tienen porque darte de baja según el Supremo.
Luego hay un epígrafe muy interesante que dice que: “Se exige al responsable de la Iglesia católica al que se dirige este acto que, en un plazo no superior a dos meses, tramite ante la Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días (iglesia mormona), con sede en Utah, la eliminación total de los datos registrales de quien comparece y de todos sus familiares, vivos o fallecidos, que esa iglesia posee de forma ilegítima desde que las diócesis católicas le permitieron MICROFILMAR sus registros parroquiales Y UTILIZARLOS PARA SUS FINES PRIVADOS, todo ello sin la autorización de los millones de afectados cuyos datos figuran informatizados en la base de datos familiares que dicha religión tiene a buen recaudo bajo una montaña de granito en Little Cottonwood (Salt Lake City)”. No sé si eso explica muchas cosas o ninguna pero a nivel narrativo es brillante. Menuda panda de hijos de Utah.
Con el papel firmado en el bolsillo fuimos al obispado, hicimos entrega de la documentación, conseguimos un recibo de parte del hombre con túnica que nos atendió —a pesar de su disgusto— y, a celebrar.
A la apostasía también se le llama desbautismo o desbautizo cuando se trata de la religión católica. La negación, renuncia o abjuración de la fe de cualquier religión está recogida en el ordenamiento jurídico y cabe la posibilidad de apostatar de, por ejemplo, el hinduismo pero, ¿alguna vez has oído a alguien de otra religión que se lo haya planteado?
Aquí van un poco de información por si tú también tienes ganas de darles la turra:
http://apostatar.org
3 Comentarios
Boas de novo, Hugo! Ahora que veo que el comentario lo revisas antes de ser publicado, te comento que al final del tercer párrafo has escrito “peguntarme” (falta una R en la penúltima línea)
Lo de los hijos de Utha me ha epatado!!!
Hola,María. Me alegro de que te haya interesado. Revisé la errata, aunque en el blog no estaba, se debe haber colado en IG. Muchas gracias
Muy interesante el texto!