Brecht en El Arenal

Por Hugo Clemente
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Primero prohibieron convocarnos por la red, pero a nadie le importó porque teníamos WhatsApp, por eso, y porque tras el 15-M todo fue puro desgaste.

Luego dijeron que sentarse frente a la policía en una manifestación era resistencia a la autoridad, y que lo penarían con dos años de cárcel, pero no nos preocupó, era cosa de perroflautas.

Después vinieron a por los surfistas, los multaban cuando en las playas de Barcelona ondeaba la bandera roja de temporal. Nos dio un poco igual porque eran catalanes.

Ahora están aquí, prohibiendo el acceso a las playas en lugar de arreglarlas y,  al contrario de lo que pronosticaba Brecht, no va a ser demasiado tarde si estamos dispuestos a defender nuestros más primitivos derechos como individuos. Los que no hace falta dejar escrito en ningún lado, los que se sobreentienden, los que de un tiempo a esta parte está de moda mutilar.

No bajemos la mirada si vemos que las soluciones propuestas no se corresponden con el problema planteado. Si el acceso a una playa está deteriorado, si la zona tiene desprendimientos y riesgos, que los tiene, que los arreglen, que no se marchen silbando con las manos en los bolsillos llenos. Que cada uno asuma riegos bajo su propia responsabilidad, para eso el estado de derecho, para eso el sentido común, para eso lo razonable. Que sea seguro bajar al Arenal, y a Alancón, y a Las Gaviotas. Que sea rentable, que en un lugar que pretende subsistir de los  servicios que genera el turismo, cerrar la playa, prohibir el acceso, franquearla de policías, y generar exiguos beneficios de las sanciones administrativas, es una aberración.

Este verano el combinado estrella promete ser desobediencia&civil.

Edición Canaria Mondo Sonoro Junio/12

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