Nada hay en el mundo que me guste más que tu cuerpo desnudo, inerte, dormido, desdibujado entre las sábanas.
Silencio es tu pecho hinchándose al respirar. No como un fuelle, como el orgullo.
Aún no lo sabes, pero yo nunca duermo. Me agito o leo hasta que entras en barrena, hasta que te desplomas y tu cuerpo se ablanda fundido contra el somier. Entonces empiezan mis noches. Paseo mis dedos por tus muslos, los hago caminar por tus brazos como cuando bromeo con los niños. Saltan y se arrodillan, a veces dejan de hacerlo para asumir su realidad de dedos y rozarte. Se detienen justo antes de la contracción de tus nervios alertados por el estimulo.
A veces te hago fotos, a veces te lamo, a veces solo te miro y a veces con saber que puedo hacerlo, que con mirar hacía tu corazón puedo ver el silencio, me basta.
Cuando se me va de las manos y te mueves un poco, cuando tu cuerpo pide otra postura, lo siguiente que más me gusta en el mundo es el sonido de ese muelle que nunca sabré si es de la cama o tuyo.
(Un momento o muchas noches que acabaría por contar. Un montón de papeles arrugados, de no guardar documentos y de tachones. Hasta que no me llené la hoja de condiciones y reglas, hasta que no la acoté con 3 palabras y cinco minutos “O tuyo” no estuvo dispuesto a salir.)
Uno de los relatos publicado por Baile del Sol. En él también participan Enrique Sicilia (El flamante ganador), Alejandra Allueva y Nuria López.
Y todo por culpa de Luchalibro Canarias.
Ya está en la calle, sal a buscarlo y me cuentas.