Otra casa desolada. Debo cambiar de negocio. Ya nadie tiene nada.
Las paredes empezaron a hablar cuando la recorrí asegurándome de que estaba vacía.
-Para que no me llamases- decían -Para que no me vieras, para que me olvidases, me hice una experta en el arte del mimetismo.
El tabique del fondo parpadeó.
-Entonces, camuflada, te observé para que me llamaras, para que me miraras, que me recordaras y sólo obtuve dolor.
Le dije -Chica, sal de tu escondite. Continúa. Es la mejor de las venganzas.
El muro de carga gruñó. De sus abigarrados motivos asomaron la chica y su cerdo. Le pregunté porque no tenía un gato de angora como las demás y, empujándome con las bayonetas de sus pestañas, respondió -¿No lo sabías? Los cerdos son los únicos animales de la creación incapaces de mirar hacia el cielo.
Salonoet expone sus obras en La Modethêque hasta que acaben las navidades .