Reinserción Vial (II)

Por Hugo Clemente
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2 y cuarto de la tarde, otra vez  en el vestíbulo de la autoescuela.

7 horas más y todo habrá pasado.

Ahora que nos hemos ganado la confianza los unos a los otros, que ya se ha hecho un grupo de WhatsApp, ahora que se bromea sobre el partido del Barça que nos perderemos esta tarde, ahora sí, arrancamos con nuestro itinerario personalizado en función de la infamia de cada uno al volante.

El director de la autoescuela sabedor de lo que nos espera y tras haber multiplicado los 205 euros por 8 asistentes con su jersey amarillo pálido echado por los hombros, se asoma al aula haciéndose compadre, anunciando  que nos invitará a merendar en una de las pausas.

Cuando un tipo se duerme al volante y se estrella contra una mediana en mitad de una recta, se denomina accidente solitario. Es muy fácil de saber, puesto que no hay huellas de frenazo. Un dato interesante por si, en una  próxima conversación, alguien menciona CSI.

Estefanía, que sigue vistiendo de blanco,  sus ordenadores y la Dirección General de Tráfico van a hacer que  hoy nos ganemos a pulso cada punto.

Mi pantalla desglosa los contenidos elegante y sobria como una persiana veneciana:

-Fuerzas que se implican en un accidente.

-Dinámica del impacto.

-Consecuencias para las víctimas.

Un GIFF simpático y animado ilustra el glosario completo mientras forma una silueta de muerto, después su charco de sangre, y más tarde una manta térmica cae como la hoja de un castaño de la parte superior de la pantalla para cubrir el cadáver.

Pero antes, un par de vídeos para calentar.

No es agradable de ver se nos advierte, pero es la realidad. A continuación una madre y un niño, y una voz en off. Un simple recorrido que alterará para siempre la vida de esta familia. Las escenas cotidianas se suceden. La felicidad se filtra en todas ellas, perfectamente iluminadas, después las tomas se oscurecen de golpe.

Un gesto, un instante, abrocharse el cinturón, un futuro. Y entonces, carta blanca para que el realizador recree una carnicería hiperrealista.

Después un presentador dinámico, pero no lo bastante para rechazar trabajos como este, nos ilustra en modo entertainment los ejemplos, mientras se pasa la mano por su pelo de alquitrán. -¿Qué pasaría si tienes un accidente a 50 Km/h?(remarca lo ridículo de esa velocidad) y en la bandeja trasera de tu coche llevas un peluche?

Yo estaría a salvo, jamás  porto peluches en el coche.

Que el osito de peluche de 5 kg.  se convierte en un artefacto mortal de 175 kg.

Siento miedo, pero es por el peso del peluche en reposo.

Cuando casi nos  adentramos en nuestros ordenadores, un último spot en el que podemos ver varias fotos de grupo de gente joven, alegre, despreocupada, guapa, en fin, actores.

¿Te has preguntado alguna vez que a lo mejor personas como estas viven gracias a que moderaste la velocidad en algún momento?

No, nunca me lo he preguntado.

¿Te lo has preguntado tú?

Al final, concluir con éxito el itinerario personalizado no consiste más que  en hacer doble clic en cualquiera de las opciones de las preguntas sin leer el contenido.

Todos los itinerarios hablan de velocidad.

El mío no menciona lo agredible que puede ser un agente de tráfico bien adiestrado, multándote por comer una manzana, desbloquear tu móvil o encender un cigarrillo.

Todos los itinerarios hablan de alcohol.

Ahora, una animación en 3D nos recuerda que cuanto más arriba sea una lesión en nuestra columna peor serán sus secuelas y más funciones corporales perderemos. Esta información, ¿para qué exactamente?, ¿podemos lograr que nuestras lesiones sean en la zona más baja de nuestra columna? Y si es así, ¿de qué manera?

Continuamos para descubrir que una lesión de bolsa de papel es aquella que sufre un conductor cuando ante un accidente realiza una respiración profunda y al recibir el impacto mortal, le estallan los pulmones.

El ángulo muerto, ese traidor conocido por todos nosotros produce 500 muertos y 50.000 heridos al año. Cambiaría la mitad de los puntos que voy a conseguir en este curso por saber como se extrae un dato como este.

Cuando sacamos el carnet, el estado nos da una licencia para matar y para matarnos.  Y yo pensando que lo que tenía era un documento que acredita que conozco el código y sé manejar un vehículo de tracción.

Esto es tan pedagógico como preparar un taller de educación sexual ilustrándolo con videos de Torbe blandiendo su dentadura falsa y podrida.

En la segunda pausa y ante el silencio de mis compañeros pregunto por la merienda. Estefanía tiene que consultar, el director se apunta a regañadientes pero conseguimos barra libre en la cafetería de un supermercado que hay en la esquina. Después de hablar de la hegemonía de las berlinas alemanas sin mirar al camarero, al director se le escapa un –Manolo apúntalo en mi cuenta.-  Manolo sonríe como hacen las hienas a los ñus.

No se de que hablan Estefanía y el honrado padre de familia mientras entramos de nuevo a la autoescuela,  pero la vuelta a la clase se desprecinta así:

-El que hace mal, tendrá mal. Dios está arriba y no se queda con nada.

Estefanía hace algo que a mi me parece que es muy parecido a destrenzarse el pelo de las axilas. Ya son las 20:35 cuando uno de mis compañeros, el de mi derecha, el que es un pelín ultraviolento e intenta hacerse el líder de un grupo que se desvanecerá dentro de veinticinco minutos, pero no tiene tirón, y sueña con encaramarse armado a un campanario un domingo a las 11, tras un comentario mío en el que aseguro haberle dejado mi utilitario a un amigo, me replica con la misma solemnidad con que un niño desvela a otro que los reyes son los padres:

Lo de montar no se presta, de toda la vida.

Mi cara debe pedir explicaciones por que él enseguida suelta una carcajada seca y dice:

Sí hombre, la novia, la mujer, el coche, la moto.

En este preciso momento la comunión se produce.  Mis compañeros y Estefanía carcajean en una sola boca abierta llena de empastes negros.

Me equivoqué.

Tiene tirón.

Propone unas cerveza y van todos. Hay chiribitas en los ojos de Estefanía. Decido evitarme el mal trago y salgo por la ventana del baño, mientras  recogen sus cosas.

Vuelvo a prometerme a mí mismo que nunca más pasaré por esto.

Si vuelvo a perder puntos viviré andando, llegaré tarde, haré dedo, no saldré jamás de casa.

Este texto es la continuación de REINSERCION VIAL 1

Si te gustan los temas edificantes visita La pelota que se va

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