Encontrar una casa vacía es un regalo para mi.
Pero encontrarla demasiado vacía es siempre un problema.
No había nadie, no había nada, todo ya metido en cajas y allí al fondo en la nevera, como sin ganas, avergonzada, una nota escrita a mano:
“Mujer prevenida vale por dos, o eso decía la abuela. Tenlo todo dispuesto para salir corriendo. Esta ocasión también huele a desaparece.
Todo siempre listo para la huida. Fugarse, huir, marcharse lejos.
Como si pudieras hacerlo de ti misma.
Abandonar, desaparecer, mantenerme a salvo.
Utilizar bombas de humo como los villanos antiguos.
La serenidad de saber que puedo irme, y la certeza de haber urdido un plan desertor.
Los valientes no regresamos para contarlo.
No le diré a nadie a donde voy. No volveré. Cuando empiecen a buscarme será tarde.
Lo imprescindible, embalado con prisa, un mapa ciego y unas buenas botas para correr en contra dirección.
Si abuela, esta vez llegaré lejos.”
Una chica que está lejos, de lo último de Salonoet (con textos de Hugo Clemente) que estará expuesto en La Modethêque, Madrid, hasta que pasen las navidades.
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