La reina del burdel es un libro que no se acuesta contigo en la primera cita. Es de los que deja con incertidumbre y ganas, a veces hasta ganas de desistir, de abandonarlo, y de repente, cuando te quieres dar cuenta, te estás llevando el cepillo de dientes a su lavabo.
No diré más porque hay quien lo ha dicho muy bien, ( sin estar de acuerdo del todo), pero aquí está la entrevista que le propuse a Macky Chuca, su autora, en cuanto me lo acabé.
1) ¿Como empezaste a escribir, pero sobre todo, cómo es que continuaste y por qué o para qué escribes?
El comienzo es poco original, empecé de chiquita, inventando historias, como todos los niños. Jugaba sola, hablando en voz alta, contándome a mí misma unas historias complicadísimas con infinidad de vicisitudes y contratiempos. Mas tarde empecé a poner por escrito esos guiones, y también poemas y canciones, todo horrendo y cursi. Siempre me fue más fácil poner las cosas por escrito que decirlas en persona, quizás por eso fundé un club de correspondencia cuando tenía nueve años, una bizarrada que duró hasta bien entrada la adolescencia. Escribíamos cartas larguísimas contándonos la vida. Guardo un recuerdo estupendo de todo eso. Era la época en que una enviaba su dirección a las revistas, y otras almas cándidas respondían con entusiasmo. Mantengo grandes amigos de esa época, gente a la que luego conocí en carne y hueso y que tuvo más peso en mi vida que gente más cercana (por eso jamás me asombro por amistades y amores fabricados en internet y otras barbaridades a distancia).
Contándotelo así, es evidente que era un bicho bastante solitario e introvertido. Siempre me sobrevoló una sensación de alienación, y supongo que la escritura venía (viene) a llenar ese hueco. La escritura y los libros, desde el momento en que aprendes a leer descubres ese teletransportador molecular y ya nunca quieres salir.
¿Por qué? Siempre digo que Margaret Atwood escribió 3 magnificas páginas con variados motivos par la escritura, así que siempre me parece una impostura decir algo muy categórico al respecto. No concibo la vida sin estar escribiendo algo, aunque sea cartas o mails. Tengo cierta facilidad, soy una verborrágica en papel o pantalla, y me ahogo si no escribo. De hecho, dejé de hacerlo durante un tiempo y fue una de las cosas de las que mas me arrepiento. Ahora lo veo como un síntoma de estar bastante perdida en cierto momento vital. Y sé que la vuelta a los cuadernos me dio un segundo aliento que dura hasta ahora
2) ¿Qué es lo mejor y lo peor que has leído últimamente?
He leído muchas cosas buenas últimamente. ¿Vale si te las leen? Un texto que leyó Leila Guerriero hace unas semanas en Formentor, una especie de relación vital entre una de esas extrañas amistades que nos vienen dadas en la infancia, y su visión de Madame Bovary. Luego estoy absolutamente abducida por el nuevo libro de David Byrne, How Music Works, en la que este hombre usa su habitual mirada arácnida sobre la vida para desmenuzar la música como acontecimiento, artefacto. Brillante, directo, sincero.
Nunca me detengo sobre lo malo, creo que no tiene sentido perder el tiempo hablando de lo que no nos gusta habiendo tanta cosa buena, tanto libro por leer a nuestro alrededor. Evidentemente hay gente que disfruta destrozando al prójimo, pero en general yo trato de encontrar lo bueno. Acarreo la maldición del vaso medio lleno: soy fan de Monty Python y siempre miro el lado brillante de la vida.
3) ¿Qué diferencias hay entre la literatura y la música como devoradora de libros y discos, claro, pero sobre todo como vocalista de Mostros y como ganadora del VIII premio literario del Café Mon?
Uy, tanto titulo nobiliario de repente. Nada, creo que he intentado siempre no perder de vista eso, justamente, la visión devoradora, el hecho de que soy lectora y melómana y fan y mi humilde pretensión es mostrar las historias y canciones que yo disfrutaría como consumidora de música y libros. La literatura le viene bien a mi lado introvertido, implica estar atornillada a una silla, pasar mucho tiempo sola. Me da bastante mas vértigo que lo de cantar, después de todo en la página estás más expuesta. Todas las palabras son tuyas y están ahí y no hay ningún platillazo que pueda ocultarlas o atenuarlas. El disfraz de Mostro me viene bien porque me sirve para sacar a pasear a esa nena que declamaba sola todo el tiempo: si le dabas un pasacassette, bailaba y vociferaba hasta la extenuación, y esa es la parte que todavía me funciona. Mantener despierta y alerta a esa nena, que sabe mucho más sobre el lugar de dónde vienen las historias y las canciones que yo. Un amigo escritor sostiene que uno no puede pedirle a la escritura que obre milagros sobre el temperamento de uno, pero creo que todavía puedo pedírselos al rock n roll. Estamos de acuerdo con mi amigo en que las mujeres tenemos unos ciclos que, cada tanto, necesitan expresarse de manera más o menos categórica y hasta violenta. La música para mí es eso. Suena todo horriblemente romántico y hasta terapéutico, y lamento, de verdad, tener esta visión del artista torturetti, pero cualquiera que haya estado dentro de una banda sabe hasta qué punto la obra que sale en un momento determinado no es ajena a los estados de ánimo y las luces y oscuridades de los músicos.
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4) Para mí La reina del Burdel, como título, puede inducir a error sobre todo teniendo en cuenta otros títulos realmente sugerentes de tus relatos como Las chicas son huecas, Las sobras frías del amor, o Guía definitiva para amantes del sashimi. ¿Qué opinas?
Sí, de hecho se barajó «Las chicas son huecas» como titulo del libro, dado que ese cuento de alguna manera es un favorito de los lectores hasta ahora, pero la combinación con mi nombre y apellido era la cacofonía pura y no me convenció. El manuscrito que presenté al premio se llamaba Bordello Queen, como una canción del último disco de Mostros, pero el editor lo prefería en castellano, cosa que fue el único pero que puso en toda esta aventura en que, felizmente, tuve carta blanca: no se tocó una coma del texto, se aceptó mi lenguaje híbrido y hasta pude elegir al artista de portada, mi compadre Don Rogelio J. Y si te soy sincera, en ese momento estaba tan feliz por la publicación, y tan absolutamente sobrepasada por el hecho de que me iban a leer otros seres, que me podrían haber sugerido que se llamara «La reina del mambo» y hubiera dicho que sí. De todas maneras, y como dijo un amigo mutrikuarra, debería haberse llamado «La reina del verdel», y ahí atamos cabos con el sashimi.
5) ¿Estás escribiendo algo nuevo? ¿Para cuando una novela?
No paro de escribir cosas nuevas, con mejor o peor fortuna. En el blog cuelgo mucha cosa inédita, mas que nada para que vean que soy una señorita aplicada. Ahora mismo trabajo en unos cuentos para mi próximo libro y en otra narración más larga. Mira con qué soltura lanzas la pregunta maldita, cómo se nota que eres novelista (y brillante, por cierto, porque Cuaderno de Agua me gustó muchísimo. No lo dije en la segunda pregunta porque iba a sonar excesivamente obsecuente)
Esa pregunta me suele dar urticaria (sé que lo haces exactamente para eso, provocador) sobre todo porque contribuye a perpetuar al cuento como género menor, lugar casi inamovible en las letras españolas. En toda América ya hay una enorme, hermosa tradición de cuentistas y se respeta mucho al cuento, cosa que aquí no sucede.
Dicho esto, puedo contar en exclusiva para No Toques Nada que sí, estoy escribiendo una novela y es un calvario delicioso, pero a veces me da ganas de abandonar la filosofía Monty Python y todo.
6)¿Qué es lo primero que has escuchado esta mañana?
Billie Holiday.
7) ¿Tienes algún método, manía o ritual a la hora de ponerte a escribir?
Por lo general intento escribir unas cuantas páginas manuscritas a primera hora, ni bien me despierto, más que nada como purga sistémica: mis primeros borradores los escribo sin editar ni detenerme, así que si no hiciera esa limpieza matutina se me colaría mucha morralla. Mucha mas de la que ya se me cuela, digamos.
Luego necesito beber agua o torrentes de teína, y si estoy en casa, pues música instrumental. Con los años me he ido armando una playlist maravillosa y ahí hay de todo. Mucho piano: descubrí que el piano acompaña bien el tecleo del ordenador y me pego autenticas fiestas a cuatro manos con Sakamoto, Chilly Gonzales, la banda de sonido de Michael Nyman para The Piano… Meto muchas bandas de sonido, incluida la de El Padrino, y Shigeru Umebayashi. Intenté escribir con John Williams, que me encanta, pero vivía sobresaltada y persiguiendo tiburones mentalmente. Una adición reciente han sido unos himnos de gospel-bluegrass que apestan a granero redneck y me ponen de buen humor.
8) ¿Crees que hay derecho a preguntar cuanto hay de autobiográfíco en los textos de un autor? ¿Qué dices?
Creo que todo el mundo tiene derecho a preguntar y que uno educadamente puede elegir contestar o no. Como autora, responder a la cuestión autobiográfica es realmente cansino, porque en general una sabe el trabajo que hay detrás de una historia y quiere creer que lo ha creado de la nada. Como lectora, una anhela carnaza, y devora biografías de sus autores predilectos en busca de pistas y rastros que lo acerquen a sus historias fetiche. Hablando de lo creativo, desde el momento en que hay un «yo» escribiendo, ya hay un filtro que opera, aunque no sea autobiografía o autoficción, eso que se puso de moda hace un par de años. Una puede intentar funcionar a nivel más elevado, aspirar a lo humano universal, pero en el fondo es un ser imperfecto y además un ejemplo muy especifico de ser imperfecto. Un individuo que sí o sí percibe las cosas de una determinada manera, etcétera. Yo creo que nada puede ser cien por cien autobiográfico porque incluso en los recuerdos hay una cuota de ficción, adorno, distorsión, y nada puede ser cien por ciento invención por este tamiz del que hablábamos antes. Hoy estoy así, con el relativismo subido.
9) Yo voy de vez en cuando a Baleares y veo una inquietud literaria más que interesante. Jams literarias, sesiones de poesía regularmente desde hace años, (agente noviembre, El Ultimo jueves…)librerías muy potentes, varias editoriales, colectivos de poetas autoeditándose, ¿Se ve de la misma manera viviendo allí?
Sí, la verdad es que tenemos librerías de lujo y colectivos en permanente actividad. Para mí, que soy una transplantada reciente, en el sentido que recién hace pocos años que empiezo a frecuentar este ambiente literario, ha sido muy fácil conectar con según qué proyectos. Además de los que nombras está el Poetry Slam Mallorca y que es la gente que está detrás del festival Live on Març, un precioso evento de dos días, con invitados deluxe, talleres y demás, que esperamos que vuelva a llevarse a cabo en 2013.
10) ¿Qué harías si no escribieras?
Ya lo probé una vez y anduve mustia y desorientada. Pero supongo que si tuviera grandes bloques de tiempo sin escribir haría música a tiempo completo. Sí, probablemente me volcaría en todos los instrumentos que me gustaría tocar, como el piano, el contrabajo y el violín. Y seguiría cantando desde los talones y pintando mal, y en general intentaría seguir comiéndome la vida a mordiscones.
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FOTOGRAFÍA: Joan Negreira, 2012
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