Los escritores (a.)

Por Hugo Clemente
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a.

Si eras hábil podías reconocerlos por la forma de respirar.

Para eso había que observarlos muy de cerca pero entonces nuestros flequillos quedaban a merced  de su estática.

Decían sin pudor, con su presente progresivo, que la luna era en blanco y negro mientras no les demostraran lo contrario.

Hinchaban sus diafragmas y ensanchaban sus costillas con el aire que inhalaban. Levantaban el pecho para vaciarlo con la lentitud de un globo que chilla.

A veces, en silencio, uno frente a otro, apuntaban cosas.

Otras, se abrazaban hasta el suelo.

Mantenían el gobierno de la furia y, del mismo modo en que reían, podían convertir cualquier rincón en las cenizas de Troya.

Cada día se comportaban como en un nuevo aniversario.

Aquí no nos fiamos de la gente que celebra cuando no es fiesta.

 Él tenía pestañas largas, ella revueltas como el heno y, cuando vestía de blanco, su grupa de alazán volvía bizcos a los cíclopes.

No era fácil saber si iban o venían, si salían o entraban, si puerta o ventana.

No era fácil saber si esa risa era por Troya. Si recitaban las cosas o se las decían según se les iban ocurriendo.

Para romper el flujo irreversible de sus miradas hacía falta ser un balcón viejo, una ola despeinada, unas setas flotando en gorgonzola, cualquier cosa que sonara de la misma forma en que se corre una mina.

Y eso nos daba mucha rabia.

 Algunas mañanas parecían los Blues Brothers sentados en la terraza de un café mientras el cielo se nos desplomaba encima, y a ellos no. Jake diciendo queda gasolina en el depósito y medio paquete de cigarrillos, Elmo, sin mirarle, contestando pues vamos.

 Otras tardes parecían hermanos compartiendo una manzana.

Si hay algo que no podemos soportar es que la gente haga esas cosas sin venir a cuento.

Ciertos amaneceres él parecía Werner y ella era clavada a Herzog y, mientras se le llenaba la boca de ángulos al preguntar what do you dream about?, él se mordía el labio hasta sangrar.

No. Por aquí no nos gustan los extranjeros que vienen a darse importancia con sus lenguas sofisticadas.

Para ver y conocer el tanque que contiene Keroxen:

http://elpais.com/elpais/2014/10/25/album/1414244817_253385.html#1414244817_253385_1414246449

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/24/actualidad/1414151122_460920.html

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1 Comenta

luigi diciembre 11, 2014 - 3:08 pm

Joder tronco! Estás que te sales!

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