Encontrar una casa vacía es un regalo para mi.
Pero encontrarla demasiado vacía es siempre un problema.
No había nadie, no había nada, todo ya metido en cajas y allí al fondo en la nevera, como sin ganas, avergonzada, una nota escrita a mano:
“Mujer prevenida vale por dos, o eso decía la abuela. Tenlo todo dispuesto para salir corriendo. Esta ocasión también huele a desaparece.
Todo siempre listo para la huida. Fugarse, huir, marcharse lejos.
Como si pudieras hacerlo de ti misma.
Abandonar, desaparecer, mantenerme a salvo.
Utilizar bombas de humo como los villanos antiguos.
La serenidad de saber que puedo irme, y la certeza de haber urdido un plan desertor.
Los valientes no regresamos para contarlo.
No le diré a nadie a donde voy. No volveré. Cuando empiecen a buscarme será tarde.
Lo imprescindible, embalado con prisa, un mapa ciego y unas buenas botas para correr en contra dirección.
Si abuela, esta vez llegaré lejos.”