41º 43´35´´N. 49º 56´54´´W

En aguas profundas, el piano del Titanic se desmigaba por la corrosión del agua. En este salón fue la corrosión del conformismo y diminutas termitas las que lo tumbaron como se tumba un dromedario.

La chica estaba de espaldas cuando entré por la claraboya. Hiperventilaba con las gafas empañadas y el tubo apretándole la sien, aunque para bucear hay que coger aire. Yo también hago inmersiones.

Tras comprobar que aquí tampoco me llevaría gran cosa, le pregunté por su equipo demasiado nuevo. El neopreno olía a petróleo, las aletas completamente secas.

Me tomó por un mero amigable y me contó lo de su ansiedad por el buceo. Su pasión por los abismos, anhelaba tesosros sumergidos; su terror a lo que amaba. Lo tenía muy asumido. Elevaba fascinada la voz cuando mencionaba la apnea.

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