Basura flotando

Feli estaba sentado en su furgoneta con el portón lateral abierto. Ni una sola ola en el mar. Desde la ventanilla podía verse la bahía del Desagüe convertida en charca ruin. Aquel día no tenía novia. Me había llamado, decía que necesitaba hablar con alguien. Me extrañó, sus gestos siempre exclamaban que era autosuficiente. Estaba leyendo una revista de olas con un gran tubo en la portada y anuncios en el interior. Todo en inglés, todo en photoshop, todo por cinco monedas, incluía un deuvedé de regalo.

El surf me la suda. El surf como leitmotiv y ropa en los escaparates. El surf anunciando coches, el surf metáfora de los fondos de inversiones y  acondicionadores para el pelo. Los amaneceres metidos en el agua no tienen precio a pesar del sueño. A pesar del frío. Liberan todas esas hormonas que tensan las sonrisas. Otro reto ancestral, aunque en remojo. No es muy distinto de limpiarte los dientes con un palillo en un bar, o masturbarte cuando no consigues conciliar el sueño. Es agradable y podría parecerte imprescindible. Que te llueva mientras esperas unas ondas metido en el mar. Que al meterte en el agua, cuando la luz viscosa apenas sugiere la bahía, se te escape un grito que no sabes si soñaste, contra un muro de agua en plena efervescencia, eso si me interesa. Que se te haga la boca agua viendo nevar. Que no puedas dormir a pesar del cansancio, porque al cerrar los ojos la mente y el cuerpo vuelven a culebrear de nuevo en algún rincón del mundo en silencio. Que el neopreno, casi seco, huela a leña por la mañana, de haber contemplado las ascuas de la chimenea toda la noche. Eso me interesa.

Antes de saludarle le miré un instante, no puedo asegurar que Feli no tuviera una erección, aunque como siempre estaba impecable. Se notaban las marcas de la plancha en las bermudas. Nos han abducido a la americana. La globocolonización crece como una marea negra, que cada vez pasa más inadvertida. Trotamundos, crápulas, vividores y aventureros. Vidas extremas, la bohemia de la nueva era, todo patrocinado por alguna isotónica que reduce paulatinamente el porcentaje de agua en su composición. Si eres joven y rebelde, Papi Cash te comprende. Seguimos soñando que somos especiales, y ahora puedes comprar ropa de persona especial por catálogo. Hay ángeles del infierno con su corazoncito y arqueólogos intrépidos que confían en su desodorante. Lo han vuelto a conseguir, ya no les resulta difícil, estamos dispuestos a creérnoslo todo. Ni la way of life, ni el selfmade man, ni redefinir proscrito. Todo está ya en la misma planta joven, donde siempre te dejarán adquirir tu ficción favorita con tarjeta de crédito y cómodos plazos. Colecciona aficiones y juguetes caros, vistosos y de devaluación acelerada. Lo han vuelto todo inofensivo. Nos parecemos al creativo. Nos parecemos a lo que el creativo quiere que nos parezcamos, sólo somos targets. Nos hacen aprender inglés mientras liberamos endorfinas. El inglés tiene a su favor que es breve y onomatopéyico, además de ser el idioma total. Con él hemos aprendido a nombrar de forma homogénea diversos conceptos, algunos terribles. Proa, quilla, libertad duradera, comportamiento impropio o cien por cien carne de vacuno. Hace ya mucho que nos dieron el palo, nos cambiaron el jamón serrano por all-bran, y a nadie parece importarle. Feli estaba triste, no llevaba ropa nueva, se sentía solo, decía que llevaba días jugando con la plei, que además no había olas, que si pudiera se iría a vivir a ese deuvedé.

 “La basura es la mercancía definitiva. El comerciante de basura no vende su producto al consumidor, vende el consumidor al producto.”

                                   W.S. Burroughs.

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